La tierra está completamente dividida. Se han delineado fronteras imaginarias para enmarcar países y establecer estados bien diferenciados que limitan territorios y restringen a sus habitantes; y así cada nación se divide a su vez en provincias o en estados, y están los que gozan de cierta autonomía en distintos aspectos pero dependientes en la mayoría de los casos. Países que a veces se ven cercenados por muros, construidos tanto para los de “adentro” como para los de “afuera”; y por cada muro que cae, se vuelven a levantar dos. Y de este modo los pueblos se dividen a sí mismos, ya sea por clases sociales, por color de piel o procedencia, por prejuicios raciales, por posturas partidarias o tendencias religiosas, y así se confina a los débiles en castas, por sexo, por edad, por pensamiento, y se estipulan derechos clandestinos para cada cual. Están entonces los barrios marginados, las reservas y los prisioneros políticos, los excluidos del sistema considerados “muertos sociales”.
Esta enfermedad se desprende de tres grandes males de la civilización actual.
Uno de los males es la política de los últimos dos mil años, también ellas completamente divididas hasta la médula, diferenciándose básicamente entre las que ponen especial énfasis en la economía sobredesarrollada a partir de la explotación de los más débiles y las que optan por el recurso de la guerra y la conquista violenta de los capitales extranjeros. Claro que entre las alternancias de estas dos posturas, muy esporádicamente, asoman otras políticas que aspiran a la utopía de una sociedad uniformemente equilibrada e integrada a una justicia igualitaria, pero jamás pueden éstas con el poder mundial que opera a favor de la división para seguir gobernando.
Estas estrategias perversas derivan de otro mal muy anterior, pues han sido adoptadas de ciertas tácticas de las antiguas religiones basadas en el poderío militar; religiones fundamentadas en la sumisión, en el miedo, en el autoritarismo y en la guerra religiosa o santa, como medios para imponer un estilo de vida artificial sostenido con la promesa de otra vida mejor después del fallecimiento. Cuya ignominia precursora ha sabido ser perita en generar las más insensibles divisiones entre los seres humanos, capaces, a su vez, de separar a las mismas religiones entre sí, aun cuando el amor, la tolerancia, la solidaridad y la hermandad sean puntos en común en todas ellas. Los virus infecciosos con los que contaminaron al mundo para la división de los pueblos fueron principalmente los credos dogmáticos y la fe ciega, progenitores de la discriminación salvaje, el racismo atroz y la xenofobia cruel.
De este modo llegamos al mayor mal, el original, el primero de todos, siendo que éste no es otro que la misma ambición materialista reflejada en la desesperante avaricia capitalista. El hambre de dinero, de posesiones sin límites, de acumulaciones desenfrenadas, es la cusa del desangrado de las sociedades menos desarrolladas. Este es el tercer mal que flagela a la humanidad, y el primero de todos.
Así, la principal causa de división planetaria es la enfermedad económica, y a tal punto es, que las economías del mundo también se encuentran completamente divididas en su desesperada lucha por sobrevivir. De hecho, las grandes economías del mundo han demarcado pautas completamente diferentes entre unas y otras, las que se modifican permanentemente de modo irracional para competir y sacar ventajas de los intereses creados a partir de los grandes monopolios y capitales multinacionales, de los que al final, terminan siendo esclavizadas por su misma división intrínseca.
Y así es como el pez más grande, siempre se come al más pequeño. Y el pueblo es el que eternamente termina siendo explotado para cubrir “las pérdidas” de la nación o proveer “las ganancias” de los grandes inversores internacionales.
Justamente son estas divisiones las que no le pueden poner freno a la explotación, a la miseria y a la esclavitud que esgrimen estos enormes poderes, responsables y patrocinadores de las inexorables segmentaciones de las particiones que ya afectan desde hace milenios a los pueblos del mundo, porque cuantas más divisiones crean, mayor será su poder.
Aon
“El Pueblo Unido, jamás será vencido”.
... Salvador Allende
http://www.youtube.com/watch?v=KRH0uYgK2QQ
“El año 2000 nos encontrará unidos o sometidos”.
... Juan Domingo Perón
Sus escritos:
http://www.pjbonaerense.org.ar/peronismo/tercera_posicion/unidad_sindical.htm
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