Un Viaje Infinito hacia el Interior del Mahamudra
Hace tiempo que la ciencia, en todos los campos, ha comenzado a vislumbrar con claridad las dimensiones inconmensurables de la existencia, ya sea en lo macro del universo y el cosmos como en lo micro de lo atómico y lo cuántico. Y en la medida que los científicos escudriñan estos mundos colosales inabarcables se van aproximando cada vez más a las nociones metafísicas de los místicos ancestrales que nos precedieron, que, sin instrumento alguno, ya comprendían la inmensidad de la existencia mucho más de lo que se la comprende en la actualidad con todos los avances tecnológicos.
Como seres encarnados que somos en el plano de la materia con una estructura física-corpórea, tenemos tendencia a observar todo desde una perspectiva concreta, incluso, desde una óptica energética como parte de la materia, pero no psíquica, aunque de psiquismo esté conformada nuestra esencia.
Por ejemplo, cuando hablamos de espacio nos referimos concretamente al espacio físico y no al espacio psíquico, es decir, evaluamos las extensiones que podemos ocupar entre las paredes de una vivienda o las distancias que podemos recorrer en el planeta tierra, o bien, llamamos espacio intergaláctico a la extensión sobre la cual están suspendidas las galaxias y a la distancia que hay entre ellas.
Sin embargo, estos espacios físicos son insignificantes en comparación con los espacios psíquicos, pues, estos últimos son infinitos mientras que los primeros, finitos.
Precisamente, esta característica de infinito y eterno es lo que al ser humano encarnado le resulta tan escurridizo e inaprensible, ya que, básicamente, nacemos y morimos, por lo que nos cuesta mucho comprender aquello que está emancipado de todo principio y fin.
Hablamos de viajar, y sólo lo entendemos en función de lo que podamos recorrer en lo externo; hablamos de espacio, y sucede lo mismo, únicamente lo entendemos en función de lo que podamos desplazarnos en lo externo.
Por eso nos estamos perdiendo del espacio y viaje más inconmensurable que podríamos experimentar los seres humanos, a un nivel psíquico, a causa de limitarnos al minúsculo espacio físico que nos circunda.
Si comparáramos el espacio de este universo físico o el de cientos de universos o el de millones de universos con el espacio psíquico que hay dentro de la mente, todas esas extensiones cósmicas externas serían insignificantes en relación con la dimensión que abarca y cubre la mente.
Desde ya, si contáramos con la técnica apropiada y tuviéramos a mano la sabiduría adecuada, podríamos realizar el viaje más extraordinario y maravilloso, un viaje infinito, y por ende, eterno, por el solo hecho de adentrarnos en las profundidades de la mente.
Para ello, lo primero y fundamental es recordar que la mente no tiene límites, que es ilimitada.
Lo segundo, es aceptar que con el conocimiento y el método indicado la mente no tiene fronteras, porque puede trascender sus propios límites constantemente; más aún, la mente tiene la capacidad de trascenderse a sí misma para fundirse en la unidad de una mente aún mayor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario